martes, 3 de enero de 2012

CIRCULO


Entre el contacto de las palabras y lo que tenía qué decirte aquel día, ya era demasiado tarde.
Había pasado siete años desde entonces.

Creí que los años eran días, era la contabilidad en la creación del mundo.

En nuestra habitación se trataba de 7 días, donde los  amaneceres eran cortos y efímeros.
Había cambiando la resina de nuestros anteojos por el vidrio, y el vidrio por la arena.

La arena la dejé para ti para que escribieras una palabra, una palabra dentro de un círculo imaginario.
Tú habías decidido escribir algo, aquella señal la dejé ir.
Mientras tanto, intenté fallidas veces colocar la cinta roja sobre aqueel círculo infinito que yo misma había creado.

Un círculo que dejé sobre el fogón, sobre la mesa, la arena y cabeza...
Aquel  círculo tenía voz, una vida que pensé jamás ocurriría.

Constantemente se retozaba con una carcajada vacua,
mirándome a los ojos fijamente, diciendo una y otra vez:
¿ qué esperas?
¿ qué esperas?
¡qué esperas!

El círculo, una cría en medio del infortunio, era un no nacido en medio de nuestra historia.

Había dejado crecer la malahierba en nuestros corazones.

Yo dejé que aquel círculo se convirtiera en mi verdugo
Había decidido practicar sobre mí alma la desilusión,
la vehemencia, 
el infortunio, 
la vaguedad,
la cordura,
el olvido, 
y la cobardía.


Pasaron un par de años desde aquel séptimo día en nuestra vidas,
y yo seguía cargando sobre mis brazos el no nacido,

mientras mi cabello se mantenía salino , mis manos y labios eran  insípidas.
Tenía la boca cuarteada y tristemente anhelante de ese espléndido sabor salino del mar,

Además, los más absurdo de mi apariencia eran aquellas  uñas largas y amargas, color mostaza,
junto aquellos malditos pies resquebrajados que no tenían historias qué contar
Era poco mi apariencia física frente aquellos  papeles  que estaba debajo de mis  dedos, 
Se trataban de cientos de historias mal hechas, mal contadas, sin ningún final...

Lo patético sobrevendría en el momento que alguien me pidió que le leyese aquellas cartas
cuando me acerqué creí que contaría nuestra gran historia , 
Una historia que comenzaría en este pequeño puerto
En este lugar donde decidí inmolarme, para nunca regresar.

Cuando intenté leer un poco siquiera, solo había miles de hojas vacías, 
hojas de las cuales brotaban enormes cantidades de arena... 
la  fina arena de mis labios; resbaladiza, inalcanzable, ligera...


Ya era demasiado tarde, tenía los senos llenos de estrías, y sin haber podido amamantar.
Mi vientre se había olvidado de la vida
Mi cuerpo ya no tenía sed
Mis labios no tenían siquiera un poco de mar.

Había olvidado que los años no son pocos cuando se trata de decidir
y círculos que cerrar o sacrificar...






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